¿Dónde estarán? pregunta la elegía
de quienes ya no son, como si hubiera
una región en que el Ayer pudiera
ser el Hoy, el Aún y el Todavía.
J.L. Borges
Soltando campechanas ironías,
con mordaces y sabias humoradas,
sazonaste nuestras conversaciones;
tu estocada era cómica y profunda.
Te despediste alegre y generoso
invitando a brindar con un redoble,
consumida la voz y no el espíritu,
eligiendo el invierno para irte.
Volvió la primavera y sus colores,
regresaron la hojas a los árboles
-tal cual le sigue la alegría a la pena-
pero no te tendremos, como antes,
cada vez que nos hiciste falta;
no quiero creerlo, aún no podría.
Hombre de pueblo, lúcido y sutil,
disimulabas tu virtud vistiéndola
con ropa de refranes y de bromas.
Yo sé que esos momentos no se han ido.
Depositario de muchos legados,
velo como a un bonsái aquellas charlas
y hurgo la bolsa de mis remembranzas.
Hoy extraño tu ronca carcajada
con vino y cigarrillos combinada.
No quiero todavía comprenderlo.
Tu sitiado perfil tan recordado
– presencia vital de príncipe ruso –
hacía difícil suponer tu ruina,
anticipada por heraldos negros.
Sólo la más temible predadora
(saqueadora de estirpe conocida)
tejiendo despiadada tu destino
pudo impedir la cita del reencuentro;
era el único pretexto válido
para faltar a la pactada cita,
con abrazo postrero rubricada.
Hoy tu recuerdo activo es tan real
que repite su antiguo resplandor.
Disfruto sorprendido el sentimiento
de hallarme prisionero de unos muros
de Ayer y Todavía entremezclados,
obsesivo en mis reminiscencias.
Aunque lejano de Salto Argentino,
de tu jardín nos llegan las fragancias;
mi adhesión huele aún su permanencia.
Si bien hoy no tenemos tu presencia,
aún calientan las brasas de tu asado.
Oficiando de alfombra voladora,
el humo y las volutas del tabaco,
remontan mis saudades a tus charlas.
El Tiempo, taimadamente felino,
aparentando mesura en sus zarpas,
al eco de tu voz lo sabotea,
queriendo disminuir mis impresiones.
¡Cómo no reencontrarte algunas noches!
para volver a comentar el mundo,
mezclando penas y solaz al vino.
Tu muerte no cortejará las sombras;
me consuela la pertinaz sospecha
de que un ardor perenne le confiere
eternidad al alma memoriosa.
Y el encuentro contigo se mantiene.
IN MEMORIAN a Raúl Bolasell, de Salto, provincia de Bs.As., cuya desaparición todavía es de no creer.
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