Escándalo Periodístico y Derecho a la Información

Los comunicadores sociales ¿Son el espejo de la realidad, o una realidad espejada donde nos reflejamos, hasta creernos iguales? Sobre esto decía Pepe Eliaschev: «¿Es un producto de la angustia o un responsable de la angustia? Con el escándalo de la cordobesa Nora Dalmasso quedó claro que, con tal de vender, el periodismo argentino no vacila en transformar la noticia en una Caja de Pandora. Liberando cualquier peste y todas las calamidades de la caja de los medios; con su resonancia infinita haciendo eco, las radios de los diarios, y manteniendo persistentemene cada hora, la noticia en la pantalla de TV. Hoy la noticia tiene más que ver con el infoentretenimiento que con el reflejo de la realidad y la verdad. Las reglas que los medios de comunicación y periodismo se auto imponen son permisivas hasta el hartazgo. En sus facultades para invadir la intimidad, teóricamente tienen la frontera en los particulares llanos. Autorizados oficialmente – por jueces y políticos timoratos (o corruptos) – se ensañan con los personajes públicos, artistas o políticos; pero, ahora… El caso de Nora, que por ser habitante de un barrio cerrado, es objeto especial del prejuicio y el resentimiento generalizados, infringe todas las fronteras, hasta del periodismo de investigación. Las noticias que, invadiendo el ámbito privado, no sirven ni para ayudar a descubrir al homicida, son una clara infracción al derecho a la intimidad. Develando la intimidad de la víctima la desperdigan, como deletéreas plumas de un almohadón, y envenenan los cuatro puntos cardinales de la ética de los argentinos. Sin una mínima prevención de los sentimientos, o la humillación eventual presumible en parientes o amigos. Con la tonta alianza expresa de los consumidores que apoyan la vil empresa, ávidos como hienas oliendo la carroña. Es cierto, también, la causa de la noticia mierdosa es el hambre escatológico del público mayoritario por esas plumitas ponzoñosas. Repito lo dicho hace años (Diario UNO), el periodismo argentino tiene un lema: «Como caca, millones de moscas no pueden estar equivocadas». Así la demanda condiciona la oferta, y el servicio de información antepone el beneficio comercial sobre la verdad. El comunicador social, profesional de la información, primer obligado a la verdad, al depender del patrón, comerciante y empresario (cuya meta es la ganancia), deja de ser profesional, para ser dependiente a sueldo; un comerciante por carácter transitivo, sin perspectivas de progreso. Los griegos, que tenían un dios para cada actividad, asignaban el mismo dios a los comerciantes que a los ladrones. Sabios, no. Al comenzar la democracia, salvo excepciones, los medios acompañaron el sistema, aunque durante la dictadura habían escoltado gustosos a los golpistas, cortejándolos después. Al advenimiento del sistema de partidos, sin sonrojarse, dieron vuelta la página adoptando valores instalados,aparentemente. Como la costosa infraestructura de los medios masivos de comunicación, demanda el incremento de las ventas, agotado su pozo de artificios, volvieron a la carga contra el sistema. Con el periodismo «objetivo», ya no identificable por su tendencia, pese a mezclar los hechos con la opinión, se jactan de neutralidad e imparcialidad. Ya no hay que leer todo y sacar conclusiones. El medio -aunque opine e informe mezclando sin pruritos – se encargará de ser imparcial. ¡Qué bueno! Más o menos como el fin de la Historia y de las ideologías de Fukuyama, no. El barril a setenta dólares deja claro que REPSOL no compró, se hizo de YPF a razón de 17 dólares el barril. Una donación, con pozos, barcos, destilerías, puertos, Etc. Hoy los medios no publican, con la persistencia que utilizan cuando quieren, que el actual presidente, votó con Menem, la venta de nuestros yacimientos. Pese a gobernar una provincia petrolera ¿Promueve juicio a los que votaron con él esa defraudación? No. Y, ¿Quién lo dice? Nadie se opone al zarandeo de Nora Dalmasso, aunque sea la víctima. Qué distinto cuando alguien sugirió que Cabezas pudo extorsionar y chantajear a Yabrán, exclamaron: «No investiguen a la víctima». Nora Dalmasso y su seres queridos fueron inmolados en el altar de la Libertad de Expresión. Pero… ¿Y el Derecho a la Información? O la libertad de expresión no es como los demás derechos, que tienen como contracara un deber. ¿No tienen deberes los periodistas? La Constitución establece que las acciones privada de los hombres que no perjudiquen a un tercero, están sólo reservadas a Dios y exentas de la autoridad de los magistrados. ¿Los comunicadores sociales están exentos de cumplirlo? La libertad de prensa es un derecho absoluto, vociferan al unísono, acallando a cualquiera. ¡Qué mentira más grande! No hay derechos absolutos, todos se deben balancear equilibradamente. ¡Qué diferencia con Alemania! El canibal que se servía de Internet para inducir a su menú a ofrecerse voluntariamente, cuando fue condenado y supo que una cadena de televisión haría un programa con su vida privada, exigió y obtuvo un fallo rápido del Superior Tribunal, impidiéndolo. El medio y periodistas afectados ni apelaron; el fallo se fundó en el derecho a la intimidad. Para no hablar de un mal menor – la procacidad – hablemos del manejo alevoso de la envidia y los resentimientos de la gente. Si así no fuera ¿Por qué no publican el asesinato de cada señora de vida airada de los barrios marginales? Por una vez los pobres se salvan del menoscabo, su intimidad no vende ¿Quién compra la vida privada de los menesterosos? Quién les tiene envidia. Nadie, por eso no vende; y no se publica, por lo menos no como titular, tampoco persistemente, como la propaganda. Y no es sólo la antiética lo que azota el Derecho a la Información de los argentinos, también el monopolio desvergonzado; ningún país con autoestima permite que los medios gráficos, radiales y televisivos pertenezcan al mismo dueño, como en la Ley de Radiodifusión; que nadie se anima a tocar, pese a ser de autoría de El Proceso Militar. ¡Qué vergüenza que la venta privilegie la noticia! Que el periodismo argentino no tenga códigos de ética. Que rocen el delito y no haya fiscal que se les anime. Que los legisladores se agachen ante el poder de la prensa. Jorge Manzitti


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