¿SON LAS ARMAS MALAS?

¿SON MALAS LAS ARMAS?

Con la masacre en una escuela de Río, otra vez una conducta terrible que se cobró vidas inocentes será utilizada – mediante el poder temible de la metáfora – para desarmar a los usuarios legales de armas. Como si el desarme hubiera obtenido en alguna parte beneficios para la seguridad.
No está probado que la legislación asfixiante para el armado legalmente, mejore la seguridad del país. ¡Es muy fácil perseguir a los habilitados! Claro cazan dentro del zoológico nobles brutos amaestrados e inscriptos. ¡Cacen en la selva!, repleta de armas, y en manos de salvajes.
No, no hay ningún plan de desarme para los ilegales. ¿Qué pasó entonces? Pues, al revés del pronóstico. Como desde 1994 restringieron la tenencia de armas legítimas, desde entonces se incrementó el delito. Los muertos a tiros resultaron inversamente proporcionales a la disminución de armas legales: Menos armas legales, más delitos.
Hasta aquella fecha gozabamos la mejor legislación mundial en armas. Ninguna masacre pudo atribuírsele a un tenedor de armas legítimo, excepto el loco del Barrio Belgrano. Igualmente, con extravagante empeño – tozudamente – arruinaron el régimen legal argentino. Tiñendo los argumentos con mitos e ideología; como si defenderse fuera exclusivo de la derecha. La ley, aunque admirada y emulada internacionalmente, sucesiva e inexorablemente fue desmejorada.
Pese al infortunio, no hay señal de arrepentimiento, ni propósito de enmienda; menos aún rectificación de la estrategia. Insisten en disminuir el delito, apuntando para otro lado, infructuosamente. Desorientan a la población, soslayando apuntar a los nudos gordianos del delito violento. Previsiblemente, los hechos delictivos con armas crecieron directamente junto con las restricciones a los autorizados: Más restricciones, más delincuentes.
Primer corolario: Los delitos violentos, que en el año 1993 tenían una tasa de 1500 cada cien mil habitantes, se elevaron después del 2002 a 3.142. Sin hablar de los delitos cada vez menos denunciados.
Segundo corolario: en 1993´ había 1200 armerías, ahora hay solo 350.
Agréguese la dificultad de continuar como legítimos usuarios: la tasa de registración de armas de uso civil, del 7/ 94 al 12/95, descendió un 257 % respecto al período, enero 93 a junio 94.
Mientras, los delitos cada cien mil habitantes, aumentaron: Primero: Por delitos contra las personas de 255 (año 91) a 700 (año 2007); Segundo: Por delitos contra la propiedad, de 1.000 (año 91) a 1809 (año 2007), pasando por un máximo de 2.497 en el 2002. Y, Tercero: Los delitos totales de 1.454 (año 91), subieron a 3.096 (año 2007), pasando por 3573 (año 2002). Si fuera cierto que las armas legítimas alimentan el circuito delictivo, ¿Por qué aumentó el delito, cuando las armerías disminuyeron de 1.200 a 350? ¿Por qué hay más delito.
Comprobado: a menos usuarios legitimados y menos armerías, más delitos y delincuentes. La disminución de armas legales y la dificultad para obtener armas legítimas, no mejoró la seguridad. Favoreció el aumento del delito; según mediciones de SIDSA (Sistema de Indicadores de Desarrollo Sostenible Argentino) y de Dirección de Impacto Ambiental y Social de la Secretaría de Ambiente y Desarrollo Sustentable de la Nación.
Lo simplón de afirmar: Las armas matan, hay que eliminar las armas”, quedó evidente. Pero también resultó refutado el lema: “Tener un arma siempre es un problema”. Idea que los desarmistas siembran como pensamiento irrebatible (más un artículo de fe que una realidad). No resulta verdad – ni teórica, ni empíricamente. Porque, compulsando los quince casos de civiles que se defendieron – según diarios nacionales -, del año 2009 a marzo 2011, la reacción armada de legítimos usuarios argentinos resultó totalmente efectiva; sobreseyéndoselos por legítima defensa.
Entonces, desmitifiquemos: Las masacres en escuelas acontecieron en todo el mundo, trece veces en diecisiete años; conocidas por todos y sin saltearse ninguna, dada la atracción fatal que ejercen en los medios de comunicación, garantizando rating. Murieron en promedio en ellas 9,41 personas por año, ya que en diecisiete años, sucumbieron ciento sesenta personas (sumados alumnos, docentes y policías). Aunque esas masacres hubieran sido con armas legales, habría que confrontar 9,41 personas por año, con la totalidad de los asesinados por ilegales.
Indudablemente la inmensa mayoría de fallecidos por armas de fuego, corresponden a las armas ilegales. Anualmente deben ser millones, aún sin contar las víctimas de guerras. Pues compárese 9,41 muertos por año, con el resto. Sin embargo ineludiblemente los desarmistas, ante esas masacres, salen escandalizados a propagandear su fundamentalismo anti-armas. Esto se debe a que los asesinados rutinariamente, no son noticia. Claro que tampoco puede culparse de los mismos a las armas legales.
Solamente en México, en los tres últimos años, hubo más de treinta mil muertos solo por la guerra del narcotráfico, sin contar los delitos comunes. Imposible imputárselos a legítimos usuarios, entre otras cosas, porque en México están totalmente prohibidas las armas de fuego hace años.
El resultado…, a la vista: la indefensa población carente de armas (forzada a la impotencia), es la víctima segura del combate perpetuo. Porque el Estado – mientras resigna el deber de prevención y represión -, busca desarmar a los ciudadanos de bien. ¿Es porfía, capricho o complicidad?
¿No habría que buscar otro chivo expiatorio que la maldad intrínseca de las armas de fuego?


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Comentarios

Una respuesta a «¿SON LAS ARMAS MALAS?»

  1. Avatar de Rodolfo Miraz
    Rodolfo Miraz

    Wilde, 4 de enero de 2012.
    Doctor: Como Instructor de Tiro (ITB1480) y con mas de 45 años, disparando en casi todos los polígonos de mi Argentina y en muchos de Europa y USA; encontré en la revista de AICACYP, su sobresaliente, comentario sobre las armas y los legítimos usuarios.
    Le agradezco la claridad y los valiosos datos que aporta, espero que su nota llegue a esos legisladores que propalan necias e injustas opiniones. Le agrego Doctor Manzitti, esta reflexión: “Las leyes que prohíben poder llevar armas […] desarman sólo a aquellos que no cometen crímenes […] Esas leyes perjudican a los asaltados beneficiando a los asaltantes; tales (leyes) animan más que no previenen el asesinato, un hombre desarmado puede ser más fácilmente atacado que no un hombre armado.” Thomas Jefferson. Permítame mandarle un afectuoso saludo y gracias, muchas gracias.

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