C O N S E J O
Si alguna vez, mirando hacia el oriente,
al cincelar la piedra desbastada,
congregas en el templo aquel convento
que vote unánime a favor de tu alma. . .
baraja auspicios, junto a una advertencia:
Considera tus logros imperfectos.
Si alguna vez te sientes extraviado
por una de esas latitudes vagas
que invitan al sosiego y la ilusión,
convidando a observar lo imperceptible
que no advertimos antes por ceguera
de una vista interior de sutileza
(raudos destellos, veloces y pálidos,
de esas ideas que huidizas pasan). . .
adoctrinado incluso por lo práctico
-aunque parezca inverosímil-, nota
que, aún sin mapa, en esos senderos
con la apariencia de atajos efímeros,
suelen encontrarse tesoros excelsos.
Si un fugaz tropiezo de tu alma alerta
-botadura imprevista de tu ego-
te hace zambullir hacia los ensueños. . .
No te le escapes, no temas y huyas.
No sospeches motines, al contrario,
rescatando tu barca del garete
en que ha veces navega nuestro espíritu
(desliz sin descuido), remando quedo,
fondearás en el muelle ciertamente;
sorprendido de ver en la bodega
las reservas de insólitas riquezas
incorporadas subrepticiamente.
Contrabando legítimo de ensayos
acumulados entre tus vivencias.
De sucederte algo parecido
cautívate por esas latitudes,
confínate en aquellos territorios.
Ausculta las tinieblas del misterio
-tan propicia a la fuga y al equívoco-
y soslayando tentadores dogmas,
como atisbando nuevos horizontes,
de tan deseados casi imprescindibles,
extiende tu mirada persistente
por sobre lo incabal y lo esfumado,
contento de saquear con perspicacia
el negro saco de aquellos confines.
Escrupuloso trasgresor consciente,
curioso y suspicaz al mismo tiempo,
ajeno al miedo de lo inescrutable;
afín al gozo de la maestría.
Posiblemente notes, si esto haces,
al trasponer los límites ambiguos
que separan lo incierto y lo seguro,
que el todo se disuelve en transparencias,
en vaporosas nieblas fulgurantes,
con imprecisos bordes festoneados
de incorruptible éxtasis y arrobo.
Y que hasta el negro se insinúa en pálido
como temiendo perturbar lo frágil
de tanta magia próxima al relámpago.
Así sabrás, conviene que lo sepas,
de todo ser sutil es postulado,
que por detrás del cosmos cotidiano,
entre columnas siempre meditando
cosmogonías preñadas de enigmas,
indescifrable para los ramplones
pero plausible para los hermanos,
se nos revela el cosmos verdadero;
sin menoscabo para tu materia,
con incremento de tus energías.
Son mundos trascendentes en su esencia,
distantes de los márgenes del tiempo
como de las palabras deplorables.
Tonificados por las frescas ráfagas
del aire escabullido de la cárcel
– celda fragante – de la rosa nueva,
y del urgido efluvio del suspiro
sugestivo de los enamorados.
Y así sabrás, conviene que lo sepas,
que el mundo cotidiano es trascendible
por mundos inefables en su médula.
Capaces de hacer mudos los rumores
de ingentes mediodías ciudadanos
y en plenas oquedades transformarlos.
Sin la amenaza de estridencias duras,
con la ventaja de imprevistas gracias.
Si alguna vez, mirando hacia el oriente. . .
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